Gracias a un financiamiento especial desde el Ministerio de Salud, este año cerca de un centenar de pacientes con esta patología cardiaca y con riesgo quirúrgico, hasta ahora inoperables, podrán optar a una cirugía mínimamente invasiva en el INT.
Un centenar de pacientes que actualmente presentan algún tipo de valvulopatía aórtica y que por su condición –y generalmente avanzada edad– tienen contraindicación quirúrgica y alto riesgo, ahora podrán ser intervenidos en el Instituto Nacional del Tórax, gracias a un financiamiento especial otorgado por el Ministerio de Salud a través de Fonasa.
Una valvulopatía aórtica es la alteración de la válvula de corazón que está entre el ventrículo izquierdo y la aorta, lo que produce una obstrucción del flujo sanguíneo. La más común es la estenosis aórtica.
Actualmente el único tratamiento para la estenosis aórtica y otras valvulopatías es el reemplazo de la válvula por una prótesis, que generalmente requiere de una compleja cirugía a corazón abierto. Si bien es la intervención más común, por sus riesgos muchas personas no pueden acceder a ella y ven así muy limitada su expectativa de vida por las complicaciones de su enfermedad.
Frente a esto, se ha desarrollado otro procedimiento menos invasivo llamado TAVI (Transcater Aortic Valve Implantation), que consiste en la implantación de la válvula a través de un catéter, sin abrir el tórax, sino que ocupando las arterias de las piernas (arteria femoral) que están a nivel de la ingle. Por ahí se introduce la prótesis que se lleva al corazón.
Según explica el doctor Jorge Sandoval, jefe de Hemodinamia del Instituto Nacional del Tórax, es un procedimiento con muchas ventajas, con similar resultado hemodinámico que la cirugía, pero sin los riesgos esta última. “Además, es un procedimiento que puede realizarse con sedación y hospitalización abreviada, lo que permite que el paciente se reintegre a las actividades de la vida diaria en menos de una semana”, puntualiza.
Ventajas de esta cirugía
“Pacientes que llegan muy deteriorados, con cansancio, fatiga y pérdida de peso, a los dos días de la intervención ya están mejorándose y recuperando su capacidad física”, agrega el doctor Sandoval.
Los pacientes retoman sus actividades rápidamente y su recuperación es muy favorable, lo que ha permitido aumentar considerablemente la esperanza de vida, con muy buena calidad de vida y una disminución de la morbilidad.
Debido a su alto costo, hasta hace unos dos años en el INT se realizaban de 25 a 30 intervenciones anuales. En 2022, cuando comenzó el financiamiento de Ministerio de Salud año, se aumentó a 68 intervenciones, y la actual meta es llegar a implantar 100 en 2023 y así seguir creciendo.
Bajo riesgo y avance tecnológico
Según señala el doctor Sandoval, el procedimiento tiene una tasa de mortalidad en casos estándares de 2 a 3% y si bien hay un riesgo de necesitar de marcapasos en el post implante, “va a depender un poco de la técnica, de la válvula y de la anatomía, que puede variar de 8 a 15%”.
También existe un riesgo de accidente cardiovascular, por las características del procedimiento, que va de un 4 a un 5% de y complicaciones vasculares.
“Sin embargo, todo esto se ha ido reduciendo en el tiempo, porque el material cada vez es mejor y hay más 5 a 3% tasa de complicaciones”, puntualiza el profesional, destacando además el avance tecnológico que se ha ido alcanzando desde que se colocó la primera válvula percutánea en el Instituto Nacional del Tórax, en 2010.
“La experiencia ha sido muy favorable, ya llevamos unos 350 implantes en total, y hemos aprendido en el tiempo a realizar este procedimiento de forma más simple, lo que se traduce en una disminución de la estadía pre y post procedimiento y mejor post operatorio y recuperación”, aseguró.