Hace poco más de 8 meses, la pareja de Juan Pablo falleció de cáncer pulmonar. Para ambos, el apoyo que la Unidad de Cuidados Paliativos de INT les entregó durante todo el proceso, fue fundamental.
Paty murió hace poco menos de 9 meses y Juan Pablo, su marido, habla de ella y de todo lo que les tocó vivir con mucha entereza. En cada una de sus frases muestra el amor que se tenían, la falta que ella le hace, pero también la esperanza con la que mira la vida. Y en esto, declara él, la Unidad de Cuidados Paliativos del INT ha tenido un rol muy importante.
¿Cuál ha sido tu relación con la Unidad de Cuidados Paliativos del Instituto Nacional del Tórax?
Comenzó cuando le detectaron cáncer pulmonar a mi señora y compañera durante 15 años, Patricia Gutiérrez. Y a medida que la enfermedad fue avanzando, el vínculo con la Unidad se fue acercando. Nos relacionamos con la doctora, enfermera y sicóloga, profesionales que apoyan al paciente primero y después a la familia, en este caso a mí y a la hija de Patricia, porque los dos fuimos sus cuidadores y quienes estuvimos a su lado en el proceso. Ahí se comenzó a generar una red de apoyo que nos permitió hacer más soportable la situación y tener más herramientas para enfrentar la muerte, un tema del que poco se habla y que se ve muy lejano, pero cuando se hace más patente genera miedos, incertidumbres, etc.
¿Recuerdas algo que te haya marcado de la ayuda que les prestó la Unidad?
Sí. Tengo una imagen patente del día que nos entregaron los exámenes en la Fundación López Pérez que decían que la enfermedad se había diseminado. No le dije nada a mi señora y lo primero que hice fue venir a hablar con la psicooncóloga, Carolina, para que me aconsejara cómo darle esta noticia. Ahí conversamos harto, se tomó su hora de almuerzo para escucharme. Fue una situación muy estresante para mí, pero sus consejos me permitieron decírselo.
¿Qué sentiste cuando supiste el diagnóstico de Paty?
Al principio tuve rabia con ella, por haber privilegiado fumar y dejarse consumir por la depresión que le causó la muerte de su hijo. Eso favoreció las condiciones de aparición de su cáncer… me dio rabia que no cuidarse y no nos cuidara a nosotros.
Después de que falleció, ¿cómo te has sentido?
Con harta incertidumbre. Y en este proceso también Carolina ha sido muy importante, porque me ha ayudado a reordenar y a rediseñar mis prioridades, a entenderme y también me ha dado los espacios para hablar del tema. Los hombres nos ponemos a trabajar y tapamos los sentimientos; no reflexionamos sobre lo que nos pasa. Pero las sesiones sicológicas me confrontan a ese dolor y me hacen pensar en los sueños que tengo.
¿Qué enseñanzas encuentras en el proceso de la muerte?
Lo importante que es aprovechar el tiempo que se tiene con la otra persona. La muerte de Paty me enseñó a no procrastinar, a aprovechar el tiempo. Nosotros nos queríamos casar hacía como tres años y lo fuimos dilatando hasta que, producto de la enfermedad, se transformó en una necesidad más que en un sueño. Hay que hacer las cosas y no dejarlas para mañana, porque puede ser tarde.