Después de un diagnóstico negativo y con un trasplante como única alternativa para seguir adelante, Alejandra ingresó a la lista de receptores de órganos. Las horas se convirtieron en días, semanas y meses que superaron el año de espera.
Diciembre del 2022 marcó un antes y después en la vida de Alejandra Aguilera. Regalo o casualidad, ese mes pudo irse a su casa después de haber estado internada en el INT por 13 meses: “Sin duda es mi mejor regalo de Navidad”, escribió la joven en una red social.
Conversamos con ella y fue muy generosa al contarnos las experiencias y enseñanzas que este camino le entregó: la paciencia, fe y predisposición de que las cosas se darían positivamente, de una u otra forma.
Destaca con mucho cariño a las personas que se cruzaron en su camino: pacientes, personal, médicos, enfermeras, etc., algunas de ellas con las que ha mantenido el contacto y otras que, lamentablemente, perdieron la batalla.
Por sobre todo lo que le tocó vivir, ella destaca la nueva manera en que decidió mirar y afrontar su vida y, de alguna forma, tratar de ayudar a visibilizar todo lo que tenga que ver con trasplante de órganos.
¿Cómo te sientes ahora?
Después del trasplante mi vida cambió rotundamente, respirar es una de las necesidades más básicas que tenemos y hoy en día logro hacerlo sin problema, es una sensación de gratitud con la vida y con mi donante.
¿Qué cambios físicos y emocionales has ido experimentado después del trasplante?
Fue duro esperar hospitalizada por más de un año, viviendo mil emociones, pero me enfoqué en preparar mi cuerpo y poner todo de mi parte hasta el día que llegara un donante.
¿Cómo ha sido la evolución?
Es un nuevo camino del cual sigo aprendiendo día a día. Mi evolución ha sido muy buena… gracias a Dios, después de la cirugía, me ayudaron con mucha rehabilitación física y en poco tiempo estaba de alta.
La preparación física y nutricional antes del trasplante fueron claves al momento de la cirugía y el proceso de recuperación… gracias al gran equipo de profesionales mi evolución fue rápida.
¿Qué sensación era la que predominaba en tus últimos días antes del trasplante?
Siendo sincera, estar a la espera de un trasplante y hospitalizada genera estrés e incertidumbre, pero fue de mucha ayuda para mí hacer vínculos con los compañeros de sala que estaban en la misma situación que yo. Formamos un hermoso ambiente donde reímos, conversamos y, por qué no decirlo, también lloramos.
La clave para mí fue entregarme al proceso y no luchar contra él, enfocarme en la meta, que era llegar al trasplante, dándome espacio cuando lo necesité, pero siempre volviéndome a levantar para seguir adelante. Entendí que es una situación que tocaba vivir y fue muy importante la fe y actitud día a día.
¿Con qué te quedas tras todo ese tiempo de espera?
Sin duda me quedo con los momentos y el recuerdo de cada persona que se cruzó en mi camino y me dejó una enseñanza. De los profesionales, me queda toda la vocación y entrega que tienen con los pacientes, aunque además que cumplir con los roles, me demostraron mucho cariño y contención. De mis compañeros, cada uno me dejó una enseñanza, conocí a hermosas personas con quienes hoy sigo teniendo un gran vínculo y amistad, y también a personas que hoy no están con nosotros, pero que llevo en el corazón con mucho cariño.
¿Aprendizajes?
Aprendí y crecí mucho. No es fácil estar en una sala con más personas que viven lo mismo, en medio de incertidumbre, ya que hay poca donación de órganos y de eso no se habla. Esto me hizo sentir la necesidad de hacer algo desde la cama del hospital para hacernos visibles, y conversándolo con mis amigas, me apoyaron para crear una campaña por redes sociales la cual no solo tenía el propósito de mostrar mi caso, sino también educar y concientizar sobre donación de órganos representando a todos quienes hoy están en una situación similar, ahí encontré un propósito.
¿Qué fue lo primero que sentiste una vez que te dijeron que había aparecido tu donante?
Fueron muchas sensaciones… es una felicidad máxima llegar a la meta por la cual esperaste tanto. Eso, mezclado con nervios, ya que entraría a pabellón y era el momento de entregarse a todo lo que viniera, así que eran mil sensaciones, pero siempre predominó la felicidad y fe.
¿Qué es lo que se viene ahora? ¿Cuáles son tus proyectos a corto, mediano y largo plazo?
Estoy enfocada en la recuperación post cirugía, avanzando paso a paso, cada semana he visto un logro nuevo y eso me motiva aún más en hacer cosas.
Quiero seguir visibilizando la donación de órganos, que sea un tema que se pueda hablar normalmente y una decisión que cada persona tome de manera informada.
Vivo y disfruto el día a día, quiero volver a hacer mi vida con los cuidados necesarios de un trasplantado. Retomar el trabajo y cumplir las metas y sueños que me proponga.