Enfocado en la consolidación e integración de los distintos equipos de trabajo y el avance en tecnologías como la telemedicina, el doctor Osvaldo Arriagada acaba de asumir la subdirección médica del Instituto Nacional del Tórax. “Uno siempre tiene el ánimo de aceptar los desafíos y salir de la zona de confort”, señala.
Con especialidad en Anestesia, el doctor Arriagada se desempeñó anteriormente en los hospitales Barros Luco y El Carmen de Maipú, incorporándose al INT en el año 2013. Hace 3 años asumió la jefatura de nuestra Unidad de Medicina Transfusional (UMT) y, un año después, sumó la jefatura del Servicio de Pabellón y Anestesia.
Tras 8 años en nuestra institución, el profesional destaca la que considera una de las grandes fortalezas de nuestro instituto: “Somos un hospital privilegiado, pues dada nuestra complejidad, contamos con una tecnología única entre nuestros pares”, indica. “Hemos ido adaptándonos a los tiempos, incorporando cada nueva tecnología con el esfuerzo interno que eso significa a todo ámbito: desde el apoyo de administrativos en su adquisición hasta el personal clínico con el aprendizaje, todas las áreas trabajan por un objetivo común”, asegura.
En relación a los desafíos que enfrenta su gestión, nombra desde la consolidación de procesos que ya están en camino, hasta la implementación de proyectos nuevos: avanzar en la telemedicina y seguir con la tecnificación y optimización de tecnologías, son algunos ejemplos.
Consultado sobre el COVID-19 y los desafíos que plantea la contingencia sanitaria, el doctor Arriagada proyecta que “debemos tener la capacidad de combinar la atención de personas con COVID en paralelo a nuestros pacientes habituales y entregar la mejor atención a estos dos frentes, que tendremos quizás por cuánto tiempo”.
Para el directivo, la pandemia también trajo varias experiencias exitosas que se deben profundizar, como el despacho de medicamentos directamente a los domicilios de nuestros usuarios: “Esta iniciativa ayudó a los pacientes crónicos y a todos quienes no podían venir al instituto por el riesgo que implicaba. Fue un tremendo acierto que debería evaluarse si se mantiene en el tiempo, más allá de esta emergencia”, asegura.
Asimismo, el doctor Arriagada recalca cómo la crisis por el COVID-19 llevó a flexibilizar funciones y a combinar equipos que nunca habían trabajado juntos: “Esto es algo muy positivo”, declara. “Uno de mis objetivos es tratar de unificar y consolidar los equipos clínicos, tener equipos más afiatados y que puedan trabajar unos con otros. Uno tiende a trabajar solo en su área y no ver que al final todos somos parte de un mismo hospital”, cuenta.
“Es importante conocer qué hacen los otros y entender las necesidades de los demás, comprender que mis necesidades pueden ser comunes con las de otro servicio”, concluye.