Loreto supo desde temprano que no podría tener hijos. Por cuatro años lo intentó con ayuda médica sin resultados favorables, resignándose a una verdad dolorosa: nunca sería madre. Pero las vueltas de la vida son impredecibles, y Loreto no pudo creerlo cuando se dio cuenta –en febreroque estaba esperando un hijo. Sin embargo, la alegría por la nueva vida que crecía en su interior duraría poco.
A las seis semanas de embarazo, Loreto comenzó a sentir un dolor en el pecho y brazo que la llevaron a urgencias. Los exámenes de ese entonces arrojaron que sufría un problema a la tiroides y comenzó un tratamiento… “pensé que los dolores se debían a ese problema, pero no”, relata.
A las 34 semanas de embarazo comenzó a toser sangre, situación que la volvió a llevar a urgencias, donde quedó internada. El doctor que la examinó notó su problema para respirar y pidió una radiografía de emergencia para saber el origen del malestar, descubriendo que Loreto tenía un tumor que le obstruía todo el pulmón derecho. Por su taquicardia y problemas para respirar, la joven tuvo que someterse a una cesárea.
Cuando Loreto pudo tener finalmente en sus brazos a su pequeña hija Alice, supo que perder la pelea contra su enfermedad no era una opción. Durante todo el proceso la acompañó Nicolás Castillo, su pareja, quien la ayudó a mantener las fuerzas en todo momento. Se pensó en someterla a una operación, pero las probabilidades de que falleciera eran altas. “Fue en ese momento que Nicolás decidió pedirme matrimonio. Si llegaba a morir, lo haría como su mujer y no como su polola”, cuenta Loreto.
Lograron sortear el problema del Registro Civil en paro y pudieron casarse dos días después. La ceremonia fue pequeña y Loreto se vio rodeada de gente que ella estimaba. Los paramédicos, enfermeras, administrativos y otros trabajadores del lugar, unieron fuerzas para preparar a la novia y el matrimonio. Loreto aún se emociona al recordar tanta demostración de cariño por parte del personal del Instituto Nacional del Tórax, “nunca olvidaré el cariño y el apoyo que recibí en esos momentos tan fuertes e importantes en mi vida”.
Ahora Loreto sigue luchando, los tratamientos no terminan, pero sus ganas de vivir tampoco. Tiene claro que debe continuar esforzándose para así algún día poder salir tranquila del hospital, cargando a su hija junto a su esposo, dejando todo lo pasado como un recuerdo.